EL TEMPERAMENTO
Cervantes
En la finalidad el hombre decide por sí mismo y la
finalidad de la educación debe dirigirse, hacia la habilidad para decidir.
Víctor
Frankl
Si la naturaleza se opone ¡lucharemos contra ella y haremos
que nos obedezca!
Bolívar
de marzo de 1812
El doctor Alberto L. Merani en
su diccionario de psicología define el temperamento como sigue “lat. Temperamentum
= complexión. En la actualidad se entiende por temperamento todo lo que concierne
a las variaciones individuales de la actividad nutritiva y funciona.es un rasgo
de actividad del organismo; es una característica dinámica de reacción.
El temperamento en nuestro concepto,
es como el modo de ser predominante de la persona; cierta forma funcional de
los procesos psíquicos. Un modo especial de la conducta efectiva y volitiva, que
inclina a cada persona de un modo muy
caracterizado en cuanto a sus tendencias físicas y afecticas .es algo que
caracteriza a una persona de las demás .
El temperamento es
determinado por nuestra constitución orgánica, la cual en gran parte la heredamos
de nuestros padres, esto quiere decir que el temperamento lo llevamos en la
sangre. El temperamento tiene mucho que ver con todo el funcionamiento de
nuestro organismo, porque es el resultado de los fluidos de nuestro sistema
glandular, orgánico y nervioso.
Hemos dicho que el
temperamento es una forma característica de cada persona para reaccionar frente
a la vida, por ejemplo; en una fiesta observamos cómo cada uno participa de
ella asumiendo una actitud característica.http://carvictpcaminohaciaelexito.com/
Con relación a la forma como es impresionado por el acontecimiento. Igual cosa observamos en un paseo, en la cual nos damos cuenta que lo que uno le produce placer y alegría, para otro le es indiferente o fastidioso. Con esto podemos concluir que el temperamento es el que nos caracteriza de un modo especial y particular.
Con relación a la forma como es impresionado por el acontecimiento. Igual cosa observamos en un paseo, en la cual nos damos cuenta que lo que uno le produce placer y alegría, para otro le es indiferente o fastidioso. Con esto podemos concluir que el temperamento es el que nos caracteriza de un modo especial y particular.
No debemos confundir el temperamento
con la personalidad, sino más bien, tomarlo como una de sus características y
tendencias dinámicas. La personalidad tiene otras facultades fuera del
temperamento, tales como la razón, la voluntad, los contenidos de la memoria y
otros; mientras que el temperamento corresponde más bien a las tendencias
impulsivas, afectivas y emotivas.
Quiero decir con esto, que
corresponde a las fuerzas e impulsos vitales, ciegos, ósea que pueden
manifestarse sin la intervención de la razón.
El temperamento es el que
mayores dificultades nos ofrece para su educación y dirección; porque lo
reprimimos nos plantea problemas y si lo dejamos a su antojo también.
Entonces aquí es donde tiene que entrar en acción nuestra mente con todas sus facultades, para dirigir el temperamento por un camino de equilibrio. Si, apreciado lector, solamente la luz de la conciencia bien clara y precisa puede dirigir correctamente nuestro temperamento.
Entonces aquí es donde tiene que entrar en acción nuestra mente con todas sus facultades, para dirigir el temperamento por un camino de equilibrio. Si, apreciado lector, solamente la luz de la conciencia bien clara y precisa puede dirigir correctamente nuestro temperamento.
Nuestra mente debe actuar
como un buen domador con un potro cerrero, para no inhibir ni anular su fuerza
y subrio, y a la vez sacar el mejor partido de él.
Esto quiere decir, que si al potro se le deja a su antojo, lo primero que hará será dar saltos, manotazos y retorzones, hasta derribar al jinete; pero también si el jinete pretende inhibir su fuerza y su brío, pues anula lo que es más valioso en el potro; de tal manera que lo que tiene que hacer es educar y orientar adecuadamente esa fuerza y ese brío, hasta convertirlo en un animal noble y manejable.
Esto quiere decir, que si al potro se le deja a su antojo, lo primero que hará será dar saltos, manotazos y retorzones, hasta derribar al jinete; pero también si el jinete pretende inhibir su fuerza y su brío, pues anula lo que es más valioso en el potro; de tal manera que lo que tiene que hacer es educar y orientar adecuadamente esa fuerza y ese brío, hasta convertirlo en un animal noble y manejable.
En este caso el temperamento
lo representamos con el potro, con sus impulsos vitales ciegos, y al jinete con
la mente, con su capacidad de razonar, controlar y dirigir.
RECUERDA
"Si
cambias tu forma de pensar podrás cambiar tu calidad de vida"
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